jueves, 6 de agosto de 2009

Descalza

Así estoy la mayoría del tiempo, descalza.

No sé por qué pero desde que recuerdo le he tenido aversión a usar zapatos, no a los zapatos en sí -esos, como buena niña que soy, los amo-, desde que aprendí a amarrarlos preferí desamarrarlos, quitármelos y dejarlos botados donde fuera. Hoy en día, convertida en una maniática irrevocable del órden, ya no los dejo tirados donde sea (al menos no tanto como antes) pero el ritual de quitarme los zapatos apenas entro a mi casa no ha cambiado.

De vez en cuando escucho todavía a mi abuela advirtiéndome de los peligros terribles que corro al andar descalza y recuerdo algo que mi mamá me decía y que sin duda alguna formó parte importante de mi infancia "te voy a poner a lavar esas medias a ti". A éstas alturas de la vida ya no me dice nada, sabia, se dió cuenta de que no tiene sentido.

La verdad no sabría explicar por qué me gusta andar descalza; quizás tenga que ver con mi pobre sentido del equilibrio (supongo que descalza, estando en contacto directo con el suelo, tengo menos chance de caerme al caminar) o con el hecho de que es súper sabroso sentir la tierra mojada bajo los pies, por ejemplo.

El punto es que, aunque probablemente tenga que lavarme los pies muchas más veces al día que cualquier persona consciente que sí use sus zapatos, me es rico andar descalza...

1 comentario:

  1. Jajajajajajaja lo de las medias es una máxima de oro... creo que incluso tu la usarás cuando tengas hijos. Como yo lavo mi ropa ni a coñazos ando descalza...
    Bisous

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